CULTO, POPULAR, MASIVO. LA RUPTURA DE SUS LÌMITES

Pensar en la oposición de lo popular con la cultura masiva, mientras se cree en la superioridad de lo culto, es en parte negar la complejidad de la comunicación y la cultura. La ruptura de los límites entre lo culto, lo popular y lo masivo, como consecuencia de la lógica capitalista, la expansión de los mercados y las nuevas tecnologías, es algo propio de nuestra realidad cultural. Diversos y desiguales sentidos constituyen el rasgo heterogéneo de América Latina, continente híbrido en que cada nación coexiste pluralidad de proyectos, etapas de desarrollo y lógicas culturales. Eclecticismo que se ilustra claramente a través de los medios de comunicación masiva y su producción comunicacional.

EL PRIMER GOL DEL PUEBLO CHILENO (1971), de Matta y la BRP


La realidad sociocultural de América Latina se ha sostenido, desde sus primeros intentos modernizadores, sobre una compleja red de cruces y mezclas, “donde las tradiciones aún no se han ido y la modernidad no acaba de llegar[1]. Un escenario que no aguanta esencialismos, ni objetos, ni saberes puros que tradicionalistas y modernizadores han querido delinear. Una contradicción ya propia y constitutiva de nuestra identidad.

Latinoamérica sería depositario de una heterogeneidad multitemporal que acoge diversas ideologías y poderes, coexistencias de culturas étnicas y metrópolis, junto a una producción industrial que convive con la artesanal. Realidad que surge de una particular forma de apropiación[2] de modelos foráneos, en que cada proceso es vivido a nuestra manera.

En plena etapa modernizadora, el ideal de conformar universos autónomos se fue desvaneciendo a medida que la lógica del capitalismo ganaba protagonismo en la región. Lo culto y lo popular son reubicados bajo las condiciones del mercado simbólico, pero jamás suprimidos. De hecho, la entrada y popularización de los medios de comunicación, que en algún momento se les consideró como amenaza, significó la difusión masiva -e incluso, perpetuidad[3]- de las manifestaciones del arte culto y también del folclor.

De este modo, la concepción dualista de la cultura, tan difundida y aceptada, se hacía insostenible a comienzos de los ochentas. Pensar en la oposición de lo popular con lo masivo era, en gran parte, negar la complejidad de la comunicación y la cultura. Bajo la influencia gramsciana, lo popular empieza a entenderse dentro de una dinámica de relaciones, alianzas o desencuentros con la cultura hegemónica -relación, influencia y antagonismo-: ”Lucha y resistencia, pero también, apropiación y ex-propiación[4]. En esos términos, la cultura masiva será entendida como una de las formas de existencia de lo popular, donde “la industria cultural puede ser tanto obstáculo como potencial para el desarrollo y democratización de la cultura y, por ello, capaz de mediar lo popular[5].

La complejidad de los procesos socioculturales será entendida y abordada por García Canclini desde la noción de culturas híbridas. Idea que asume la ruptura de los límites entre lo culto, lo popular y lo masivo, como consecuencia de la lógica capitalista, la expansión de los mercados y las nuevas tecnologías. Y más que situar estas articulaciones dentro de una etapa posmoderna, García Canclini concibe la posmodernidad como un modo de problematizar los vínculos que la modernidad estableció para constituirse y la oportunidad de abarcar abiertatamente las interacciones entre los géneros o sensibilidades colectivas[6].

Diversos y desiguales sentidos constituyen el rasgo heterogéneo de América Latina, continente híbrido en que cada nación coexiste pluralidad de proyectos, etapas de desarrollo y lógicas culturales. Constantes diálogos y relaciones tanto a nivel de redes nacionales como internacionales, condicionados por el mercado, donde lo culto, popular y masivo habitan parafraseándose, citándose y contorneándose. Eclecticismo que se ilustra claramente a través de los medios de comunicación masiva y su producción comunicacional.

La difusión –confusión- de los límites, no sería algo reciente, ni creado solo como una estrategia más del mercado, sino que encontraría su explicación en el proceso histórico de la masificación latinoamericana: fue la migración del campo a la ciudad lo que generó la aparición de la masa urbana, produciendo “no sólo un acrecentamiento del conjunto de las clases populares, sino la aparición de un nuevo modo de existencia de lo popular[7]. Lo popular ya no como puro y autóctono, sino como cultura compleja y abierta a influencias. Así, es posible aceptar que la cultura de masa emerja desde lo popular y, a su vez, la cultura popular sea constitutiva de lo masivo: en la música, el cine o la radio, las masas (populares) encontraron reasumidas algunas de sus formas básicas de ver el mundo, de sentirlo y expresarlo[8].

En un primer plano, debido a que la expansión urbana intensificó la hibridación y la ciudad se instala como lugar heterogéneo y fragmentado, la producción comunicacional intentará abordar la hibridez como nuevo espacio público. Actualmente, es difícil encontrar en las metrópolis un escenario constitutivo de las identidades colectivas, y dado que la información útil o noticias de último momento de nuestra ciudad nos llegan por los medios, son estos los que hacen posible un sentido social y colectivo de la experiencia en la ciudad. Incluso, se afirma que “la radio y la televisión, al colocar en relación patrimonios históricos, étnicos y regionales diversos, y difundirlos masivamente, coordina las múltiples temporalidades de espectadores diferentes[9].

La televisión ha llegado a ser un ámbito determinante del reconocimiento sociocultural, de las re-configuraciones de las identidades colectivas; cruces entre memoria y formato, entre lógicas de globalización y dinámicas culturales, la TV es parte del imaginario social. Así, la ruptura de límites entre lo culto, popular y masivo genera una producción comunicacional que produce espacios de reconocimiento. Si el cine, en su relación con los relatos mitogénicos universales produce identificación y proyección, en América Latina se desarrollará un narratividad televisiva única, un “género que cataliza el desarrollo de la industria audiovisual latinoamericana justamente al mestizar el desarrollo tecnológico del medio con los destiempos y anacronías narrativas que hacen parte de la vida cultural de estos pueblos[10].

Como producto masivo, la telenovela se inscribe en una red discursiva que la antecede y también la continúa: desde la novela y el teatro a la televisión. Los géneros cultos pasan a la cultura de masas del mismo modo en que lo masivo se gesta desde lo popular. Circulación que la televisión ejecutaría al “divulgar masivamente manifestaciones artísticas reservadas a públicos minoritarios, hacer presentes otros órdenes del gusto que se calificaban como ‘chabacanos’ o de la ‘chusma’, validar poco a poco expresiones culturales que hasta el momento estaban excluidas de los cánones aceptables (como el humor, la música popular o la farsa)...[11]. Así, la telenovela es la suma de tradiciones orales (mitogénicas) y nuevas representaciones culturales, mezcla de la experiencia temática de lo popular con la industria cultural, es decir, consecuencia de una economía, una cultura y una técnica. Quizás la fascinación que ejerce estaría condicionada por ser depositaria del melodrama -del folletín, la radionovela y el teleteatro-, multiplicidad de viejas narrativas que se mezclan con las transformaciones de la percepción de las masas urbanas.



Escena final de ÁNGEL MALO (1986, Chile)



Los sufrimientos de la pobre muchacha. MARIMAR (1994, México)


El quiebre de las clasificaciones que distinguían los campos culturales entre sí se manifiesta claramente en el fenómeno de descolección. Ahora es posible que cada usuario pueda producir su propia colección gracias a los nuevos dispositivos de reproducción[12], colecciones híbridas que combinan lo culto con lo popular y lo masivo: almacenamiento de discos en formato mp3 –Bach, Violeta Parra y Aqua- o los DVD “pirateados” que tenemos en casa –Dreyer, Wenders y Spielberg-. Igualmente, las fotocopiadoras instalan un uso fragmentario de los libros, como el videoclip crea un intergénero transtemporal, o el videojuego desmaterializa el peligro (simulacro). En similar dirección, el graffiti y la historieta serían géneros constitutivamente impuros, lugares de intersección entre lo visual y lo letrado, entre lo culto, lo popular y lo masivo. Formas no solo creadas en el mercado, si no que nacen de la dinámica de redes que la cultura pone en juego con los sujetos y su vida cotidiana.


VAMOS POR ANCHO CAMINO (1972), Victor Jara. Constituye el primer antecedente del videoclip en Chile, con una clara intención de representar icónicamente la canción.



THRILLER
(1983), Michael Jackson. Dirigida por John Landis, es una producción de 13 minutos (acá se adjunta la versión reducida, de 9 min) que contiene elementos narrativos propios del cine, como también de la danza demostrados en la perfecta coreografía que acompaña a la canción. Un verdadero clásico en la historia de los videoclips.


Si por un lado, la masificación cultural es una nueva forma de organización de la cultura cotidiana, que no deviene necesariamente homogenización de las preferencias individuales y “por el contrario, generaliza las ofertas dentro del “mercado de mensajes” dando lugar con ello a una multiplicación de las modalidades de apropiación de los bienes simbólico[13], también crearía canales de distribución masiva con acceso más universal. Internet, youtube, radios on-line constituirían nuevas experiencias con posibilidades democratizadoras, tanto en el consumo como en la producción. Operaciones culturales multicondicionadas por actores que trascienden los campos de lo culto, popular y masivo, vieron en la aparición de nuevos espacios de exhibición y valoración simbólica, una oportunidad de creación -y consumo-. Pese a todo, “sigue habiendo desigualdad en la apropiación de los bienes simbólicos y en el acceso a la innovación cultural[14]- nuevas y singulares formas de desigualdad-.

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[1] GARCÍA CANCLINI, Néstor: CULTURAS HÍBRIDAS. Estrategias para entrar y salir de la modernidad. Edit. Grijalbo, México, 1990. Pág.13.
[2] Sobre los modos de apropiación, ver: SUBERCASEAUX, Bernardo: “Reproducción y Apropiación: dos modelos para enfocar el dialogo intercultural”, en DIA-LOGOS Nº 23, Marzo 1989.
[3] Es fundamental el papel que las nuevas tecnologías han tenido en la conservación y archivo del arte culto como del folclor. Es destacable la grabación radiofónica y su labor de rescate de variadas manifestaciones del canto y la música.
[4] HALL, Stuart: “Notas sobre la desconstrucción de lo popular”, en: Samuel, Ralph (ed.). HISTORIA POPULAR Y TEORÍA SOCIALISTA, Crítica, Barcelona. 1984. Pp. 1
[5] SANTA CRUZ, Eduardo: ACERCA DE CAUSAS Y AZARES. LA INVESTIGACIÓN EN COMUNICACIÓN EN AMÉRICA LATINA. Centro de investigaciones sociales, Universidad ARCIS, 1997. Pág. 21.
[6] GARCÍA CANCLINI, Néstor: CULTURAS HÍBRIDAS...Op. Cit.
[7] BARBERO, Jesús M.: DE LOS MEDIOS A LAS MEDIACIONES. Ed, G. Gili, Barcelona, 1987. Pág. 171.
[8] BARBERO, Jesús M: DE LOS MEDIOS A…Op. cit. Pág. 173.
[9] GARCÍA CANCLINI, Néstor: CULTURAS HÍBRIDAS...Op. Cit. Pág. 268.
[10] BARBERO, Jesús M.: LOS EJERCICIOS DEL VER. HEGEMONÍA AUDIOVISUAL Y FICCIÓN TELEVISIVA. Editorial Gedisa, 1999. Pág. 94.
[11] BARBERO, Jesús M.: LOS EJERCICIOS… Op. Cit. Pág. 112.
[12] GARCÍA CANCLINI, Néstor: CULTURAS HÍBRIDAS...Op. Cit.
[13] BRUNNER, José J.: CHILE: TRANSAFORMACIONES CULTURALES Y MODERNIDAD. FLACSO, Stgo. 1989. Pág. 36.
[14] GARCÍA CANCLINI, Néstor… Op. Cit. Pág. 93.

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